miércoles, 24 de noviembre de 2010

Corta Azar

Corta Azar
León nunca estuvo consciente de las manías ajenas.
León Villanueva, 32 años, de impecable historial, una vida intachable, comprometido con Cecilia Sagar, económicamente estable, con un solo defecto notable y molesto, una molestia premeditada, casi imperceptible para el resto, pero fundamental para el Sr. Villanueva.
Desde siempre, desde que su memoria funcionaba, tenía la peculiar manía de pensar y creer, sin duda alguna, que si algo suyo, así fuera suyo por un instante, caía al suelo sin el premeditarlo y no ser recogido por él, algo terrible le ocurriría a algún conocido, amigo o familiar del Sr. Villanueva ; el cual su nombre comenzara por la letra del nombre del objeto afectado por la tortuosa gravedad; es decir, si por accidente, dejaba caer una pluma, creía y aseguraba sin duda alguna que algo terrible, alguna calamidad le pasaría a Paula, a Pedro, a Pier o a cualquier conocido que tuviera en el comienzo de su nombre la letra inicial de pluma.
Por simple manía, el, condicionaba, aseguraba el futuro de su infortunado conocido

23 de enero. 1981. 10p.m. centro de buenos aires.
León  y Cecilia, cenaban tranquilos en un restaurante iluminado  por la luz de una calle, comúnmente, transitada.
Al Sr. Villanueva se le veía tranquilo, equivocadamente, pues, por más leves caricias que Cecilia le daba con su tacón clandestino, no lograba dejar de pensar en el funesto objeto metálico, caído hace unos segundos, gracias a la tonta gravedad y a su torpeza masculina.
Era muy normal, sucedía muy a menudo y la cuchara llevaba ya, un par de minutos en el suelo, bajo la mesa vecina; sus manos sudaban, el cuello de su camisa, era casi insoportable y la decisión de lanzarse a recogerla, era cada vez más tentadora y así, dar fin a esto.
Hace 3 años, había comenzado su relación con Cecilia, debido a esto, la rara intromisión a un restaurante tan refinado y de alta alcurnia como este. Antes de lanzarse a su objetivo, decidió dar un vistazo a su alrededor, para tratar de causar un menor revuelo y menos vergüenza a su bonita prometida, si decidía recoger la cuchara. León observo el rostro de Cecilia, sufrió un poco de nostalgia y amargura sutil, recordando sus días de soltería, y además, sintió aun mas, la tranquilidad que da el compromiso establecido. Dio un vistazo al reloj, 10:15p.m, la calle, llena de transeúntes, común el paisaje, por estas calles del downtown.
Su mirada repaso el paisaje burgués, casi fastidioso, que dan los lugares tan lujosos y ostentosos, el lugar no daba cabida a un alma, tal vez, esta era la razón por la cual, la caída de la cuchara fue casi imperceptible para todos, pero claramente para el Sr. Villanueva no.
León fijo sus ojos en la mesa vecina, exactamente donde él, suponía que debería estar la cuchara; deseando de manera obsesiva que el ruin objeto metálico  continuara ahí; subió su mirada, postro fijamente su ojos en los tres personajes sentados allí,   (ejecutivos probablemente, llenos de vida y más aun de deudas), charlaban y reían tranquilamente sin notar la preocupación que torturaba a León Villanueva.
Por su mente, pasaban pensamientos e imágenes de la vergüenza que le traería, arrastrarse bajo una mesa, de un lujosísimo restaurante por un banal objeto; León, trato de distraerse con su comida, con los platos ajenos, con la luz, la cual, se había disipado un poco, y con el ambiente, ya más suave y tranquilo, gracias al alcohol en el cuerpo del Sr. Villanueva; pero por mas alcohol que ingiriera León, no se desvanecía, la tortuosa imagen del objeto metálico.
León Villanueva había olvidado el restaurante, olvidado el ambiente, los transeúntes y la gente, olvidado a su lejana familia, a la cercana también; León, simplemente deseaba saltar, abalanzarse y agarrar la cuchara; por un instante, una luz, un pensamiento, tal vez, levemente inducido por el alcohol le hizo pensar en Cecilia  y en su preocupante letra inicial.
Cada palabra, cada respiro, se hacía tormentoso, un completo suplicio, una travesía interminable y la esperanza de un alivio se veía bastante cercana.
El sudor en su camisa se había acumulado, haciéndola pesada y apretada, su cuello estaba húmedo y  se volvía  casi insoportable, su boca seca y el,  concentrado y ansioso.
León Villanueva, se decidió a las 10:26p.m, a acabar con su sufrimiento; estuvo muy cerca, levanto sus rodillas, movió sus talones y recibió un beso decoroso de su bonita prometida.
León, ese 23 de Enero, dejo pasar el incidente de la cuchara, el y su prometida tuvieron una noche tan memorable como un Noticiero del Medio día.
La cuchara fue recogida luego del cierre del restaurante serian las 2am.
No sé bien si el Sr. Villanueva lo olvido el incidente del 23 de enero de 1981.
León  Villanueva contrajo matrimonio con María Epumer 14 de Septiembre de 1987 en una capilla a 2km de San Telmo, provincia de buenos aires, Argentina.
                                                                                       Mauricio Monsalve

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